Es un método sencillo de poner en marcha que pretende algo muy simple: El fin de la economía es la felicidad de las personas.
Parece mentira. Un economista hablando de felicidad cuando estamos acostumbrados a que sólo nos hablen de crisis. Esto es algo muy moderno, ¿verdad? Pues, queridos amigos, debo decirles que no es así.
El bien común, la ayuda mutua, la cooperación o el altruismo son tan antiguos cómo lo es el ser humano. Es algo inherente a nuestra especie. Está en nuestra naturaleza. Es más,es una pauta natural de comportamiento.
A pesar de que a diario nos bombardean con mensajes que nos animan a ser más competitivos, a ganar más, a gastar más, a tirar más, lo que de verdad nos hace felices a los seres humanos son cosas tan sencillas cómo compartir un vaso de vino, ayudar a un amigo en apuros o cuidar de la familia.
Extremadura is diferent, dirán algunos....y cierto que lo es. Hasta nuestros días llegan múltiples ejemplos y algunos recuerdos: aprovechamientos comunales de pastos, ayudas en las labores del campo o en la construcción de casas, cuidados del ganado, elaboración de conservas y chacinas....trabajos de buena vecindad, que dice mi amigo Tani.
El conjunto de la sociedad cuida del individuo. Las ancianas haciendo gancho en los solanos y los niños corriendo por las calles no son simples imágenes bucólicas. Nos muestran una sociedad en la que todos cuidan de todos, pues nadie pasa inadvertido.
Hay que recuperar esos valores y la economía del bien común es una buena herramienta para ello.