viernes, 18 de enero de 2013

EL BIEN COMÚN

Christian Felberg es un guiri guapo, economista y profesor de universidad que ha diseñado una teoría económica muy interesante: La economía del bien común. 
Es un método sencillo de poner en marcha que pretende algo muy simple: El fin de la economía es la felicidad de las personas.
Parece mentira. Un economista hablando de felicidad cuando estamos acostumbrados a que sólo nos hablen de crisis. Esto es algo muy moderno, ¿verdad? Pues, queridos amigos, debo decirles que no es así.
El bien común, la ayuda mutua, la cooperación o el altruismo son tan antiguos cómo lo es el ser humano. Es algo inherente a nuestra especie. Está en nuestra naturaleza. Es más,es una pauta natural de comportamiento.
A pesar de que  a diario nos bombardean con mensajes que nos animan a ser más competitivos, a ganar más, a gastar más, a tirar más, lo que de verdad nos hace felices a los seres humanos son cosas tan sencillas cómo compartir un vaso de vino, ayudar a un amigo en apuros o cuidar de la familia.
Extremadura is diferent, dirán algunos....y cierto que lo es. Hasta nuestros días llegan múltiples ejemplos y algunos recuerdos:  aprovechamientos comunales de pastos, ayudas en las labores del campo o en la construcción de casas, cuidados del ganado, elaboración de conservas y chacinas....trabajos de buena vecindad, que dice mi amigo Tani.
El conjunto de la sociedad cuida del individuo. Las ancianas haciendo gancho en los solanos y los niños corriendo por las calles no son simples imágenes bucólicas.  Nos muestran una sociedad en la que todos cuidan de todos, pues nadie pasa inadvertido.
Hay que recuperar esos valores y la economía del bien común es una buena herramienta para ello.

Christian Felber - La Economía del Bien Común / L'economia del bene comu...

jueves, 22 de noviembre de 2012

PROSPERIDAD

Mi primo Isma me recomendaba que cuando fuera a Madrid caminara siempre mirando hacia el suelo. Mirar hacia todos lados era un signo de provinciano que te daba más puntos a la hora de que te pudieran pegar el palo. Nunca le hice caso, pues la Real Villa y Corte siempre me pareció un lugar fantástico donde historia, arte, literatura y cine se presentaban ante mi de una manera tangible. Muchos años después, en un barrio que a primera vista me pareció insulso, divisé esta placa. Al leerla, comprendí la grandeza de las cosas pequeñas. Madrid hacía justicia a Gabriel Celaya. Un hombre así merecía vivir en un barrio con ese nombre. http://www.poesi.as/gcel5500.htm

domingo, 8 de enero de 2012

JÓVENES OPTIMISTAS


Va a hacer un año de mi visita a Haití. Realmente ha pasado mucho tiempo, pero creo que desde que estuve allí, no ha pasado un solo día en el que no me haya acordado de ellos. Los Haitianos son un pueblo fantástico. Es el país mas pobre de América y uno de los más pobres del mundo, con la menor esperanza de vida del planeta y apenas hay mendicidad, ni delincuencia. Son personas trabajadoras que sufren diariamente las consecuencias de un país devastado por el terremoto, sin infraestructuras, sin gobierno,sin nada... ¿Sin nada?
Que vá. Los haitianos tienen lo más importante. Tienen ilusión. Tienen optimismo. Y saben que con esas condiciones su vida puede cambiar.
Una prueba de ello es la Asociación de Jóvenes Optimistas Haitianas. Una entidad fundada por Jocelyne Firmin, una jóven haitiana, formada en Estados Unidos, que decidió regresar a su país porque estaba convencida de que su país la necesitaba.
Su asociación agrupa a jóvenes, mujeres en su mayoría, que viven ewn condiciones de miseria de los campamentos y que quieren salir de ella, formándose, preparándose y, por qué no, divirtiéndose.
A Jocelyne la podéis encontrar en Facebook. Si os haceis amigos suyo, podéis ayudarle a difundir su labor.
Necesitamos jóvenes optimistas. En Carcaboso también.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La Música amansa a las fieras...y a los fieras.

Me gusta la música. De todo tipo. Desde Rosendo a la ópera, pasando por Sabina y las canciones de la tuna. Y hoy ha sido un día afortunado.
Acabo de llegar de ver en el Alkazar de Plasencia cómo un coro de adolescentes son capaces de ponerme los pelos de punta.
Los chicos del coro, cómo los de la peli, son un puñado de disciplinados gabachitos que durante dos horas nos han deleitado con unas canciones que parecían más salir de un coro de ángeles que de la boca de esos impúberes.
Por un momento, cerré los ojos y mi mente voló hacia un paisaje idílico con esa maravillosa música de fondo.
De pronto, la magia se esfumó: Un par de butacas más arriba, una señora se esforzaba por encontrar su teléfono en las profundidades de un enorme bolso que parecía estar dispuesto a tragarse a su propietaria.
Para mas inri, la melodía no era un absurdo ring ring, ni tan siquiera un aria que hubiera hecho juego con el entorno. Era un "chunda chunda" machacón, de esos que invaden los maleteros de los coches en los botellones.
De mi paisaje, pasé rapidamente a calcular tiempo y distancia. El salto que debía pegar para alcanzar el saco, meter la mano en él, esquivar las miles de trampas que debía contener, cojer el puto móvil, apagarlo y posteriormente y con mucha delicadeza, hacérselo tragar a su propietaria.
Afortunadamente para todos, la señora apagó el móvil antes de terminar con mis cálculos y a mis oidos volvió esa Música con mayúsculas, que iluminó el lado oscuro de mi fuerza.
Ha sido un placer.

martes, 13 de septiembre de 2011

Dolor de espalda

Hoy tengo dolor de espalda, lo cual no es ninguna noticia, pues esta es una molestia que me acompaña tan a menudo que a veces la confundo conmigo mismo. Es curioso, porque trataba de recordar cuando no sentí ese dolor por última vez en los últimos años y me he dado cuenta que eso sólo me ocurrió en mi viaje a Haití de principios de año.
En Haití no duele la espalda.
En Haití duele la CONCIENCIA.